Sobre el oficio de contar las cosas
Vilma Ibarra [email protected] | Miércoles 01 febrero, 2012


Hablando Claro
Sobre el oficio de contar las cosas
No soy dada al autobombo. Creo firmemente, como dice el español Iñaki Gabilondo, que el periodista debe rehuir la humana tentación de convertirse en protagonista, “porque cuando esto sucede una de dos: o el periodista ya no merece ese nombre o simplemente ha muerto, por desgracia y como sucede cada vez con más frecuencia, en acto de servicio”. A riesgo de que se me juzgue en absoluta contradicción, hoy volteo el rótulo para adentro.
Un espacio de opinión es una ventana de alcance insospechado. Puede permitirnos mirar el horizonte con la amplitud de una ventana nítida y transparente y puede también cegarnos con el brillo incandescente que se traga todo con la luz que lo atraviesa. Obliga por tanto a mantener limpio el cristal; lo que equivale en términos del oficio y de la vida en general a tener los pies siempre bien puestos sobre la tierra. Contamos casi 30 calendarios en el llamado “oficio de contar las cosas”. Un viejo refrán dice que ser periodista es la manera más feliz de ser pobre. En realidad no lo creo. Ser periodista me ha proporcionado inmensas satisfacciones de realización y crecimiento y si no las he tenido más, seguro que ha sido sea por mi falta de constancia y las limitadas entendederas que esta edad ya no vale intentar ocultar, porque de todas maneras no es posible.
Tengo 17 años de hacer Hablando Claro en LA REPUBLICA y hoy, acumulamos cinco calendarios de la segunda etapa de Hablando Claro en Radio Columbia. La audiencia es de suyo comprometedora en esta fase de madurez. Nuestro trabajo se premia con el favor de la lectura y la sintonía, el aporte de ideas y opiniones para enriquecer la propia formación y permitirnos al mismo tiempo un aporte en la deliberación democrática a la que está llamado un espacio de entrevistas, tertulias y comentarios tan variopintos en sus apuestas temáticas como en sus voces y posiciones.
Cada semana en el periódico, como cada día en la radio, hacemos uso de una prerrogativa que es propia del oficio periodístico en todas sus manifestaciones: el poder de decidir qué debe ser objeto de edición, de comentario o hasta de veto; lo que implica una enorme responsabilidad. Y por eso en este día de celebración de Hablando Claro el mejor agradecimiento que puedo ofrecer a los casi 20 mil ciudadanos que nos siguen cada día en la radio es la renovación del compromiso de un ejercicio responsable y ético. Donde no estaremos nunca exentos de múltiples errores y carencias, pero en el que nunca —empeñados estamos en ello— caigamos en la insidia, la mala fe o las manipulaciones subrepticias. Es demasiado noble el oficio que escogimos y la responsabilidad que se nos otorga socialmente como para denigrarlo. Porque ayer, hoy y siempre, los fundamentos del oficio de contar las cosas que conlleva el periodismo, son los mismos. Aunque en el deterioro de preceptos y valores en el que hemos caído, nos resulte imperativo recordárnoslo todos los días.
Vilma Ibarra
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