Trabajar bajo presión
Tomas Nassar [email protected] | Jueves 15 enero, 2009

Trabajar bajo presión
Tomás Nassar

Su tono enfático fue el detalle más revelador de la reunión, mucho más que sus evidentes y múltiples méritos académicos, la experiencia laboral y las poses ensayadas muchas veces frente al espejo, con que trataba de hacerme creer “yo soy su candidato ideal y usted tiene que contratarme, salvo que se trate de un perfecto papa-frita que no puede reconocer mi abnegación, capacidad, disposición, y las otras destacadas virtudes que ilustran mi hoja de vida”.
“Capacidad de trabajar bajo presión” es una cualidad que ahora resaltan los aspirantes a un puesto, pero nunca la había escuchado con tanta convicción. Pudo haber sido incluso confesional: “me dijeron que trabajar para usted es como una tortura con paga, que usted es un ogro”. No sé.
Como sea, se me despertó la curiosidad por tratar de entender qué es “trabajar bajo presión”, porque final y fatalmente, todos trabajamos bajo la coerción de la autoridad, el imperativo de la necesidad o la expectativa de los resultados. A quién no le presionan las cuentas que pagar, los salarios que atender, el cumplirles a los clientes, el obtener un contrato, la crisis mundial, el calentamiento global, y mil etcéteras más.
No me imagino un trabajo sin presión salvo, pensaría, el de demostrador de almohadas, aunque me parece que dormir por obligación y sonreír bonito como cuando se sueñan historias felices a colores, debe ser también muy estresante.
Y es que hay trabajos de trabajos. Imagínese la pifia del futbolista frente a miles de seguidores de su equipo; al árbitro que sabe que, haga lo que haga y pite lo que pite, no hay manera posible de que su mamá salga bien librada o, al menos, ignorada. ¿Qué tal el verdugo que tiene que apretar el botón, o el soldado al que le piden que mate a quien no conoce, por una causa que no conoce, para unos jefes, que no conoce?
¿Qué me dicen del presidente de una República? ¡Jamás! Primero embalsamador de funeraria. Yo no entiendo cómo alguien pueda tener esa vocación al martirologio. Piense bien. Dígame un presidente que no sea un tal por cual después de la primera semana en el poder y que ya la hora de irse para su casa, no esté flaco, demacrado, decrépito y más envejecido que benemérito de la Patria. Gané. No existen.
Si es que trabajar es por naturaleza un acto de responsabilidad, con lo cual queda todo dicho. No es necesario tener un jefe apocalíptico, jornadas agobiantes, tareas abrumadoras. La presión debería ser simplemente la consciencia del resultado positivo en todas las facetas de la tarea que se emprende, o dicho de otra forma, el desempeño de una posición, cualquiera que sea, debe entenderse conlleva la presión de la certeza de que es necesario cumplir con lo que los demás esperan que cumplamos.
Por eso los orientales son exitosos en sus emprendimientos, porque para ellos la presión es consustancial al hecho mismo de tener trabajo y no una condición excepcional de la que deban presumir.
Muchas gracias por venir. Ah y no llame, nosotros le llamamos.
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