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Lunes, 10 de marzo de 2025



COLUMNISTAS


La igualdad que realmente transforma

Natiuska Traña [email protected] | Lunes 10 marzo, 2025


Cada año, el Día Internacional de la Mujer nos recuerda la importancia de la equidad, de los derechos conquistados y de los desafíos que aún enfrentamos. Sin embargo, es importante que la conversación evolucione: en lugar de centrarnos en la separación, debemos avanzar hacia una visión más integral de la igualdad.

Las desigualdades de género siguen siendo una realidad innegable. La brecha salarial, el acceso desigual a oportunidades y la violencia de género no son problemas abstractos; son barreras tangibles que afectan a millones de mujeres en el mundo. No obstante, para lograr una equidad real, es fundamental cambiar la manera en que abordamos estas problemáticas. Más que vernos en bandos opuestos, debemos reconocer que la verdadera lucha es por derechos y responsabilidades compartidas.

La violencia de género, los feminicidios y los abusos no son producto de la naturaleza masculina, sino de estructuras sociales que perpetúan estereotipos y relaciones desiguales de poder. Si seguimos viendo a hombres y mujeres como antagonistas en una supuesta guerra de género, corremos el riesgo de reforzar un sistema que concibe el poder como algo que debe disputarse, en lugar de compartirse.

Esto no significa negar que existen víctimas y victimarios ni minimizar la importancia de abordar las agresiones con firmeza. Significa, más bien, reconocer que la solución va más allá de discursos que polarizan: necesitamos erradicar las raíces del problema. La clave está en la educación, en generar oportunidades equitativas y en construir una cultura donde el género no determine el respeto, el valor o las posibilidades de una persona.

Las mujeres no necesitamos ser tratadas como una categoría aparte para ser valoradas. Necesitamos espacios donde se reconozca nuestra individualidad, donde podamos ser líderes, creadoras, científicas, empresarias o lo que queramos sin que nuestra identidad se reduzca a una etiqueta. Pero también necesitamos sociedades que eduquen en el respeto mutuo, que castiguen la violencia sin ambigüedades y que dejen de romantizar la confrontación entre géneros como si fuera inevitable.

Hemos avanzado mucho, pero el siguiente paso en esta evolución es claro: no se trata de ignorar el género, sino de abordar la igualdad con una visión más amplia e inclusiva. Reconocer las desigualdades existentes no significa aferrarnos a la división, sino trabajar juntos para eliminarlas. La verdadera equidad no se logrará imponiendo discursos, sino transformando nuestra manera de pensar y actuar. Solo así podremos construir un mundo donde la violencia de género deje de existir, no por omisión, sino porque hemos erradicado su origen.

Usted puede aportar a esta causa de manera concreta. Desde sus acciones diarias, puede fomentar el respeto y la equidad en su entorno. Cuestione cuáles de sus acciones perpetúan la desigualdad. Eduquémonos y eduquemos a otros, alcemos la voz ante la injusticia y apoyemos iniciativas que promuevan oportunidades equitativas. La igualdad no es un objetivo lejano, es una construcción constante que requiere el compromiso de todos. Pero como todo en la vida, cada uno debe asumir la responsabilidad de generar un cambio en su espacio, solo así estaremos un paso más cerca de una sociedad verdaderamente justa e inclusiva.

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