Todos al autobús
Leiner Vargas [email protected] | Martes 04 octubre, 2011
Reflexiones:
Todos al autobús
La Costa Rica que conocí en los años setenta, durante mi niñez, es cada día más ajena en mi memoria con la que vivo y convivo, actualmente. Ciertamente fuimos una familia grande de siete hermanos y dos hermanas, que junto con mi abuelo, el papá de mi madre, terminamos completando una docena de personas que vivíamos bajo el mismo techo. Una casa grande de madera sin electricidad y piso en mis primeros años. Pero recuerdo que mi padre, jornalero y agricultor toda la vida, siempre decía que el secreto de sacar adelante a la familia es que todos fuéramos en el mismo autobús, es decir, que todos apoyáramos y contribuyéramos para su bienestar.
Claro, en ese entonces teníamos en Costa Rica un Estado preocupado y ocupado por las personas, una Caja de Seguro Social llena de mística y de entusiasmo por resolver la problemática de la salud del pueblo, un Ministerio de Educación construyendo escuelas y educando y formando maestros, un Estado invirtiendo en comedores escolares, en vivienda y carreteras, en energía y telecomunicaciones, en infraestructura y sobre todo, solidariamente apoyando a los más débiles. Ese autobús de oportunidades seguramente no habría llegado hasta nuestra familia, de no haber existido un Estado ocupado y preocupado por los más débiles.
El modelo cambió en los años ochenta y muchos se bajaron del autobús, el autobús se averió por muchos años y perdió el rumbo. Ese Estado de bienestar se ha transformado en un Estado inerte, incapaz de responder a las necesidades del ciudadano y cada vez, más ineficaz de cara a sus resultados y de la ciudadanía. La CCSS se debate entre la vida y la muerte y los restantes logros de la segunda mitad del siglo XX, apenas y logran subsistir, ante la avaricia de quienes buscan afanosamente el interés individual.
La corrupción y la incapacidad de los mandos directivos para readecuarse, de cara a los desafíos de nuestro tiempo, hacen de la institucionalidad pública una tierra de nadie o cómo dicen algunos, una platina de todos.
Ahora que finalmente encontramos coherencia en las fracciones políticas de centro y centro izquierda del país para empujar el nuevo PLAC fiscal, parece justo decir que su posible aprobación no es una carta en blanco para quienes nos gobiernan, es una oportunidad para mejorar el quehacer del Estado de cara a la ciudadanía. Si bien es cierto que no se puede hacer chocolate sin cacao, es verdad también que el cacao debe venir de todos y no solamente de unos cuantos. No se vale viajar gratis en un autobús de desarrollo. Es hora de dejar el berreo y el aleteo y ponerse la camiseta de país que requerimos todos, si queremos salvar lo poco del autobús que nos queda, de cara a un Estado solvente y eficaz.
Leiner Vargas Alfaro
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