¿Es Luis Miguel o es un doble? Reflexiones sobre Clonación y Cultura
Herman Duarte [email protected] | Jueves 08 febrero, 2024

Herman Duarte
Abogado y Escritor
Tenía tan solo 9 años cuando, el 22 de febrero de 1997, se anunciaba de la proeza científica que implicó clonar a la oveja Dolly, el primer mamífero clonado por medio a partir de una célula. Este tema, recuerdo muy bien, abrió toda una serie de discusiones filosóficas sobre clonar todo tipo de especies, incluyendo la especie humana: ¿Podemos ser Dios?, ¿es moralmente aceptable generar vida sin la chispa de fusionar los cuerpos?, ¿los clonados tienen los mismos derechos humanos?, ¿tienen alma?, ¿tendrán las mismas posibilidades de desarrollarse? Entre muchas otras preguntas que invadieron el pensamiento colectivo de niños, jóvenes, adultos y ancianos en esa época.
Como es cada vez más usual en nuestro mundo, la ciencia ficción de las películas se entrelaza con temas de la realidad, recreando eventos pasados, adelantándonos situaciones que previsiblemente ocurrirán, o simplemente regalándonos unas horas de ocio perdidas en la fantasía. Un ejemplo lo encontramos en “La Guerra de las Galaxias: La Guerra de los Clones” (2008). La sociedad lleva años con el cuestionamiento moral sobre la clonación de humanos, el cual no se ha dado (al menos de forma pública) por diferentes razones, pero que es un tema que esta – con diferentes matices- en el centro de la modernidad (¿Se han imaginado qué conflicto moral surgiría si una empresa con aparentes buenas intenciones comenzara a crear "granjas humanas" para la producción y venta de órganos destinados a personas en necesidad de trasplantes?).
Muchos hemos escuchado de anécdotas, casi que leyendas urbanas, de cómo algunas celebridades del espectáculo o de la política (casi siempre dictadores), actúan por medio de dobles o personas extremadamente parecidas a ellas, para que puedan hacerse pasar por el titular. Este tipo de personas han sido utilizadas –según cuentan– para todo un sinfín de cosas, desde aparecer en eventos masivos (que generalmente implican un riesgo), probar alimentos (que pueden estar envenenados) o vivir todo un sinfín de martirios, como cuenta el señor Latif Yahia, en su libro autobiográfico “The Devil´s Double” (2011), en el cual narra el infierno que vivió al ser obligado a ser el doble de Uday Hussein, el hijo del dictador Saddam Hussein. Hay quienes incluso dudan de la existencia humana de presidentes actuales.
En cualquier caso, la modernidad está plagada de situaciones que nos hacen recordar estas preguntas y nos ponen en tela de juicio sobre la existencia natural, o si se trata de un doble (doppelgängers) que se vacía de su propio contenido para transformarse en el símbolo que, más que imitar, pretende ser. El doble se presenta con la intención de sustituir al original, viene por así decirlo, con una intención agnotologica o con una intención deliberada de producir engaño; mientras que el imitador, lo hace reconociendo la existencia de su objeto de devoción. En el caso de Luis Miguel, vemos cómo regresó esta nube a su soleado firmamento (pues un tema viejo, que le sigue desde hace décadas) cuando inició su nueva gira en Argentina, donde se presentó rejuvenecido a nivel físico y espiritual dando una imagen diametralmente opuesta al hinchado y amargado hombre que, en años pasados, tiraba micrófonos a su propio equipo en pleno concierto. Hubo quienes justificaban el cambio en el renacer que vive todo hombre al enamorarse (“Cucurrucu Paloma” le cantaba entre risas el 23 de agosto del 2024, en su primer show a su enamorada Paloma Cuevas); pero la noticia que más tracción tiene es la que se trata de un doble, pasando a analizar su voz, sus orejas y justificando diferentes teorías de conspiración que involucran hasta al ex presidente Mexicano Salinas de Gortari.
Esa conclusión nos deja en evidencia la fascinación que nuestra sociedad tiene con la duplicidad, y como este fenómeno puede ser visto como proyecciones de nuestras ansiedades colectivas tocando temas sobre la identidad (otro complejo tema), la individualidad y la inmortalidad. Estas circunstancias de nuestra frágil psique pueden conectarse a las reflexiones que nos regaló Jung en 1958 en su ensayo sobre los OVNIS “Un mito moderno. De cosas que se ven en el cielo” el cual abre la puerta a profundas preguntas existenciales: ¿Estamos siendo engañados en nuestras caras? ¿Se tratará de una proyección de nuestros miedos colectivos en una era post religiosa y ultra tecnológica? En todo caso, este debate solamente sirve de antesala a lo que está sucediendo con la Inteligencia Artificial, los deepfakes y como la tecnología está borrando la frontera que separa la realidad de la ficción… ¿Qué nuevas psicosis colectivas nos podrá generar?
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