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NOTA DE TANO


Cuando La Patria es un sentimiento

Gaetano Pandolfo [email protected] | Martes 13 julio, 2021

El “viejo” Chiellini, baluarte de la “azurra”

Argentina, campeón de América.

Italia, campeón de Europa.

Finales muy similares, que se jugaron en casa de uno de los contendientes: el mítico Maracaná y La Catedral de Wembley.

Goles tempraneros que pusieron contra las cuerdas al otro finalista.

El “Fideo” Angel Di María recibe un servicio largo, preciso y exacto de Rodrigo De Paúl en el minuto 22, le hace el “sombrerito” al portero Ederson y pone arriba a la Argentina. La anotación se hace grande, gigante, inmensa, monumental y se traga al Brasil de Neymar. El astro brasileño llora como niño y se entrega en abrazo conmovedor y eterno en los regazos de Lionel Messi. No todo es dólar en la vida, cuando La Patria es un sentimiento.

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En el Viejo Continente, al equipo de Roberto Mancini lo sorprenden dormido y apenas en el minuto 2, el lateral Luke Shaw no deja que el balón se ensucie y entrando al área pega un zurdazo que vence la resistencia del aún frío Donnarumma.

Italia, como lo hizo también Brasil, se abalanzó por el empate. Los discípulos de Tite no lo lograron, los de Mancini sí, gracias a un gol empujado con piernas, estómago y corazón por uno de los grandes “azurris”, Leonardo Bonucci.

Así, la final de Europa fue a penales, mientras que 24 horas antes, Argentina le dedicaba esta esquiva Copa América a su máximo exponente en el planeta: Lionel Messi, quien finalmente amarró su primera corona como albiceleste.

Lotería, suerte, frialdad, tacto, intuición, pericia, califíquelos como guste, pero esos lanzamientos de penal son un drama, que te dejan sin uñas, dientes y herido el corazón. Unos ven los lanzamientos; otros se tapan un ojo y otros se meten debajo de la cama y después, que les cuenten.

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Gianluigi Donnarumma detuvo dos y así Italia, justamente, se convirtió en campeón de Europa. Sin estrellas individuales, la “Azurra” siempre funcionó como equipo, de manera que su éxito fue grupal.

No llegó como favorita, lo eran Francia, Alemania, Bélgica y Portugal, pero en cada juego, demostró que ese invicto que se traía desde la eliminatoria, tenía sentido y por algo existía.

Un porterazo: Donnarumma; como pareja, los dos mejores defensas centrales del mundo, según Mourinho: Bonucci y Chiellini; un volante central de lujo: Verrati y una pléyade de futbolistas desafiantes, encaradores, picarescos, como Insigne, Chiesa, Barella, catapultando a esta nueva Italia de “catenaccio” congelado y refrescante poder ofensivo.

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