Comer palomitas escuchando mi lenguaje
Claudia Barrionuevo [email protected] | Lunes 03 mayo, 2010


Desde 1930 año de realización del primer largometraje costarricense titulado “El Retorno” hasta el reciente estreno de “Del amor y otros demonios”, de Hilda Hidalgo, pasaron 80 años. En ese lapso miles de imágenes han sido filmadas en celuloide, cintas de vídeo y alta definición.
Durante la última década se ha estrenado una cantidad considerable de filmes de factura nacional y algunos inclusive han gozado de un gran éxito de taquilla. La industria cinematográfica en Costa Rica avanza, mejora, crece, se desarrolla; cada producto tiene aciertos.
La crítica no; no avanza, no mejora, no crece, rara vez tiene aciertos.
La mayoría de los críticos carece de la cultura, la información y el conocimiento necesarios para elaborar una opinión digna de ser divulgada por un medio de comunicación.
Para escribir los artículos sobre películas internacionales, muchos copian las críticas de los grandes expertos cinematográficos que publican en los más importantes periódicos del mundo. Bucean en el diccionario con el objeto de encontrar adjetivos y sustantivos extraños con que aderezar sus columnas. Así, al no entender nada, el lector incauto cree que el crítico en cuestión es cultísimo.
En el caso de las producciones nacionales, el crítico lleno de mala fe e ignorancia y sin acceso a la opinión de los expertos extranjeros destroza con saña cada película costarricense. Sin investigar los pormenores de cada proceso de producción ya sea entrevistando a las fuentes u observando la realidad insulta a los creadores como si se tratara de algo personal. Posiblemente así sea.
Lamentablemente no solo las críticas “autorizadas” pretenden hundir cada filme tico que se proyecta en las salas. No. Quienes pertenecen o creen pertenecer al medio audiovisual no se quedan atrás en cuanto a sentimientos negativos.
Serrucho en mano, el gremio destruye cada proyecto antes de su Gestación.
Todos parecen querer cometer un Asesinato en contra de cada película; provocar un Meneo tal que la destruya; tener un Password mágico que asegure el fracaso en la taquilla; no convocar al Amor sino a Otros Demonios que arruinen el arduo trabajo de todos los que conforman el equipo técnico y creativo de cada producción.
Es tal el odio con el que se pretende destruir el trabajo de los demás que a veces la sangre llega al río y el Cielo se pone Rojo de tanta mala intención.
Con estas actitudes tan negativas solo demostramos que somos una aldea, una Región Perdida en el Caribe.
A Ojos Cerrados uno comprende que este no es el Camino para crecer. Tal vez haciéndolos despertar con un balde de Agua Fría de Mar, los miembros del gremio cinematográfico no quieran estar más Dónde Duerme el Horror de la destrucción del trabajo de los demás y asuman el Compromiso de ser más solidarios.
Y aunque a veces aparece algún Sicópata en el cine, este también pertenece a la industria del cine nacional.
No es que haya que aplaudir incondicionalmente cada película; se deben señalar los errores sin mala voluntad con el objeto de que estos sean superados en la próxima. El fracaso de los demás no le sirve a nadie, el éxito nos sirve a todos.
¡Y yo quiero seguir comiendo palomitas mientras escucho mi lenguaje!
Claudia Barrionuevo
[email protected]
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