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Ciencia y tecnología para el desarrollo

Leiner Vargas [email protected] | Martes 31 mayo, 2011



Ciencia y tecnología para el desarrollo

Es trascendente de destacar que desde hace tres años el Ministerio de Ciencia y Tecnología (Micit) ha venido publicando en forma continuada los indicadores nacionales asociados a las actividades científicas, tecnológicas y de innovación en el país. Es encomiable este esfuerzo por depurar cada año de mejor forma y con mayor precisión, la información brindada a la ciudadanía.
El dato de mayor trascendencia del informe es que la inversión en investigación y desarrollo como porcentaje del Producto Interno Bruto (PIB) llegó en 2009 a 0,53. Lo anterior significa que, juntando lo hecho entre el sector público y las universidades más la empresa privada en su conjunto, se invirtieron alrededor de $118,1 millones.

Si bien no existe una relación lineal exacta entre el gasto de investigación y desarrollo de un país y la innovación resultante, la innovación es impensable sin la primera, es decir, la adquisición, ajuste y transformación del conocimiento nuevo es esencial en el desarrollo de innovaciones empresariales y como tal, en la mejora de la competitividad, pieza fundamental para el desarrollo y mejora de la calidad de vida como país. Es urgente como país hacer un esfuerzo por incrementar el porcentaje de inversión en un monto no inferior al 1% del PIB.
Sin embargo, muchas de las actividades de investigación y desarrollo realizadas desde el sector público y las universidades carecen de una clara evaluación de impacto y de un seguimiento y rendición de cuentas sobre los resultados, lo que muchas veces lleva a una escasa valoración por parte de la ciudadanía de lo realizado y de su importancia estratégica para el país.
Por el contrario, en la mayoría de los nuevos países desarrollados, los fondos de investigación obligan a los investigadores a dar indicadores de desempeño o resultados y propician mayores vinculaciones entre la academia y las empresas privadas u organizaciones involucradas, generando procesos sistémicos de incremento en la productividad de los sectores productivos o sociales articulados.
En el país existe una alta centralización de las actividades en la Meseta Central, por lo que las regiones periféricas, altamente pobres y con crecientes demandas de uso de la ciencia y la tecnología se ven claramente excluidas de los principales fondos y acciones llevadas a cabo por la institucionalidad existente.
No es de extrañar entonces que tengamos niveles tan dispares de desarrollo entre nuestras regiones y que lamentablemente, sigamos viviendo en dos o tres Costa Ricas. Casi como sucede con los especialistas en medicina, la actividad científica y tecnológica está altamente concentrada en nuestra Meseta Central.
Afianzar mejor el sector de ciencias, tecnología e innovación requiere entonces, profundizar en la inversión, mejorar nuestra evaluación y regionalizar nuestros esfuerzos, para así lograr un vínculo sistémico entre la ciencia, la tecnología y el desarrollo.

Leiner Vargas Alfaro
[email protected]

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